domingo, 30 de abril de 2023

MÁS ALLÁ DE LA COMPRENSIÓN HUMANA Y EQUINA

De manera súbita, salté. Un eclipse eléctrico recorrió mi pierna. Como pude me senté en el suelo y abracé mi rodilla. Me quejé del dolor, acomodando mi mentón sobre ella. Verifiqué que no hubiera fractura. Me quedé ahí un rato como si la tierra me tragara. 

Al momento, vino hacia mí, agachando su cuello y cabeza a la altura de mi rodilla. La olió. Hizo lo mismo con mi cabeza, cubriéndola, entonces me abrazó desde su naturaleza equina haciéndome chiquita y sumisa bajo un sentimiento de empatía. Sentí su compasión. Creí llorar, pero no de dolor físico, sino de emoción. 

Sin pararme, abracé su cabeza y le dije al oído:

Gracias, gracias… no te preocupes, no ha sido tu culpa. Fui yo quien se asustó al ver tus orejas extendidas hacia atrás alzando el galope. Sentí tu molestia a través de mis piernas por eso decidí saltar mientras andabas. Perdóname por haber desconfiado de ti y también de mí. Por hoy finalizaremos la práctica.

Envolví mi pierna con una prenda para darle presión. Me levanté y caminé lento hasta donde tenía mi mochila. Él vino detrás de mí y se quedó a mi lado. Lo acaricié. Saqué una manzana que había llevado para compartir entre los dos. Se la di entera. Lo llevé hasta la entrada de su corral y liberé. 

Se quedó quieto mirándome. 

No se iba. 

Me despedí. 

Caminé un poco y giré mi cabeza. Ahí estaba de pie en la entrada, todavía observándome. Su mirada se perdía en mi silueta. Sentí un cariño enorme y gratitud.  Le sonreí, agité mi mano y le dije: voy a estar bien y pronto volveré.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Translate

PUBLICACIONES ANTERIORES

TALLER DE CRECIMIENTO PERSONAL

Arte Terapia Equina con Sandra Burmeister